Evitación de lo incómodo o cómo lograr ser frágil

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El colorido mundo de las redes sociales tiene cosas buenas y otras no tanto. No son pocos los perfiles que se dedican desde hace años a promocionar una vida de ensueño fácilmente accesible para cualquiera. Todo lo que tienes que hacer es comprar su producto, curso, metodología, o lo que sea que te quieran vender. Y el caso es que les va muy bien. Prosperan y se multiplican exponencialmente.

Continuamente vemos cómo publican sus posts marketinianos donde te aseguran que conseguir increíbles proezas (ya sea a nivel físico, financiero, laboral, relacional…) es algo sencillo que se obtiene con simples pasos. Y nos encanta creerlo. Sin apenas cambiar nada alcanzar todo aquello que deseamos: adelgazar con mucha facilidad, hacerse rico sin trabajar, desarrollar un físico de dios griego, ser admirado por todos sin tener virtud alguna y un largo y delirante etcétera. Claro que cuando corremos a buscar el tesoro al final del arcoíris lo único que encontramos es frustración por la pérdida de energía y tiempo (coste de oportunidad) y desilusión. Y vuelta a empezar.

Tener este sensor “busca-atajos” nos convierte en víctimas de todo tipo de desalmados que harán cuanto puedan por sacarnos los cuartos.

Esforzarse en cambio, no tiene buena prensa.

 De lo que nadie te habla es de la importancia del esfuerzo. Voy a ponerte un ejemplo personal. Esta semana conseguí un reto que llevo años queriendo alcanzar. Hacer 80 dominadas. La dominada es ese ejercicio en el cual te cuelgas de una barra con los brazos bastante separados y desde una posición de codos estirados traccionas con fuerza elevando tu cuerpo hasta que tu barbilla supera el nivel de la barra. Por supuesto, esas 80 dominadas de las que te hablo, las hice en varias series y con descansos. Parece que no es gran cosa, pero cuando pesas cerca de 100 kilos, por mucho músculo que tengas, cuesta lo suyo. ¿Sabes qué? El dolor siempre está ahí. Desde la primera hasta la última. Duelen mucho las manos. Es así. Y el camino hasta conseguirlo, también duele y resulta incómodo. En la foto puedes observar cómo quedó mi mano tras una de las series. Lo bueno es que logré algo que años atrás creía imposible para mí; algo cuya consecución implica una mejora física.

Lo que trato de decirte es que cuando ponemos un esfuerzo extra real en algo, perseverando, el resultado acaba por llegar y, no nos engañemos, puede que este quede por debajo de nuestras expectativas, pero ya en sí ese esfuerzo se puede considerar un éxito.

La incomodidad que te disciplina y beneficia.

Asusta la sola idea de habituarnos a lo que nos incomoda. Aquello que parece un reto. Es muchísimo mas sencillo huir hacia lo simple justificándonos con un montón de excusas huecas, sin embargo una y otra vez la experiencia nos muestra que vivir sin exponernos a lo incómodo nos convierte por elección propia en seres débiles y frustrados. Por contra, desarrollar un pensamiento robusto o, como diría el autor Nicholás Nassim Taleb, antifragil, nos hace ser personas esforzadas que no temen a la incomodidad si no que se benefician de ella.

¿Es incómodo levantarse todos los días a las 6:00 para hacer ejercicio? Es incómodo. Te hace disciplinado y fuerte.

¿Es incómodo renunciar a beber alcohol y a fumar cuando todos lo hacen? Es incómodo. Te hace disciplinado y sano.

¿Es incómodo renunciar una y mil veces a los placeres efímeros de comer basura? Es incómodo. Te hace disciplinado, esbelto y saludable.

¿Es incómodo irse a dormir sin comer hasta no poder más? Es incómodo. Te hace disciplinado y te permite dormir bien y levantarte ligero y con más energía

¿Es incómodo apagar todas las tablets y móviles y prestar atención a tu bebé mientras coméis? Es incómodo. Te hace un padre disciplinado y atento.

¿Es incómodo renunciar 2 horas al día a las redes sociales en favor del estudio y la lectura? Es incómodo. Te hace disciplinado y sabio.

¿Es incómodo apagar la tele para comer y en su lugar conversar con la familia sobre cómo ha ido el día? Puede resultar incómodo. Te hace disciplinado pero a su vez preocupado y atento con los tuyos.

¿Es incómodo apagar Netflix por la noche y en lugar de quedarse comiendo una larga e innecesaria recena en el sofá, irse a la cama temprano y acabar el día leyendo un libro? Es incómodo. Te hace disciplinado, te ayuda a no engordar estúpidamente, a descansar mejor y enriquece tu bagaje intelectual.

¿Es incómodo ir a una piscina climatizada a nadar, cuando correr o caminar no es una opción por dolores o lesiones? Es incómodo. Te hace disciplinado, adaptativo y te permite mantener un alto nivel de actividad sin perder todos los beneficios que esto conlleva.

Y tantos otros tantos ejemplos…Si vale la pena, vas a tener que trabajar duro. Estudiar más, entrenar más, cultivarte más, poner mayor atención en todo lo que inviertes tiempo, adaptarte a las circunstancias, saber renunciar a lo superfluo y perseverar.

¿Quieres ser débil? Déjate llevar, busca el placer inmediato y huye al menor indicio de molestia. ¿Quieres ser fuerte? Encaríñate de lo incómodo.

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