HELICOBACTER PILORY, ESA INDESEABLE HUESPED

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Susana Vidal García

Es posible que aún no hayáis oído hablar de esta bacteria o que os suene pero no tengáis
mucha información sobre ella, y es que, pese a lo perniciosa que puede llegar a ser, su más
amplio conocimiento no abarca más que unas pocas décadas.

Pues vamos a presentarla: la bacteria Helicobacter pylori es la principal responsable de la
aparición de úlceras, tanto gástricas como duodenales, además de ser causante de gastritis e
incluso de cáncer gástrico.
Generalmente su infección debuta en la niñez, siendo capaz de sobrevivir durante años en el
estómago a pesar de las condiciones hostiles, dada su capacidad de colonización y adaptación
a circunstancias adversas.

Alrededor del 50 % de la población mundial está infectada, y aunque su presencia se asocie a
una gastritis de intensidad variable, generalmente en la mayoría de los casos es asintomática.
Menos del 10 % de las personas afectadas desarrolla una úlcera gástrica o duodenal y, por
fortuna, menos del 1% evoluciona hacia un adenocarcinoma de cáncer gástrico, no obstante,
aunque en menor medida, se encuentra asociada a patologías extradigestivas como la anemia
ferropénica, púrpura trombocitopénica idiopática y rosácea entre otras.

Los signos y síntomas que se suelen manifestar son:
 Dolor punzante o ardor en el estómago
 Dolor estomacal agudo que suele empeorar con el estómago vacío
 Náuseas
 Pérdida del apetito
 Frecuentes eructos
 Hinchazón
 Pérdida de peso involuntaria

Así que si llevas tiempo observando uno o varios de estos indicios, es hora de acudir al médico.
La causa más habitual de la infección es la transmisión de la bacteria de una persona a otra,
produciéndose el contagio por contacto directo con la saliva, vómito o heces, si bien se puede
dar también a través de alimentos o aguas contaminadas.
La opción más óptima es evitar el contagio y para ello solo hay que seguir unas sencillas
prácticas como las que se describen a continuación:
 Frecuente lavado de manos, sobre todo después de ir al baño y antes de ingerir
alimentos o manipularlos.
 Beber agua potable y siempre de una fuente limpia. Cuidado cuando viajemos.
 Correcto lavado de alimentos que vamos a tomar en crudo.
 Cuidar la higiene de los niños pequeños con especial atención a las manos.
 Cuidado regular de la salud bucodental.

 Eliminar de la dieta alimentos irritantes como café, té, alcohol, picantes o bebidas
gaseosas o alimentos que el paciente crea que le están sentando mal.
 Evitar el hábito tabáquico.

Si sospechamos que esta bacteria está haciendo de las suyas en nuestro organismo, al acudir a
consulta, el médico determinará el diagnóstico a través de diversas pruebas como son la
prueba de heces, la de respiración o a través de un examen de endoscopia superior, siendo
ésta última la más invasiva de las tres, sin embargo en determinados casos, es necesario
realizarla para descartar otros problemas digestivos, tomar una biopsia o para determinar con
precisión el antibiótico que se empleará en primera línea, sobre todo si hubo resistencia a otro
tipo de antibióticos en un tratamiento anterior que no hubiese funcionado.
La medicación generalmente suele incluir dos antibióticos distintos al mismo tiempo
intentando conseguir con esto lo que se plantea en las líneas anteriores, que la bacteria se
vuelva resistente a un determinado antibiótico.

El tratamiento pautado también puede incluir medicamentos para fomentar la mejora del
estómago y mitigar los molestos síntomas que se derivan de esta infección, como son:
 Los inhibidores de la bomba de protones: encargados de suspender la producción de
ácido del estómago, como el conocido omeprazol, entre muchos otros.
 El subsalicilato de bismuto: responsable de proteger la úlcera recubriéndola para
protegerla de los ácidos estomacales.
 Los bloqueadores de la histamina: estos últimos se recetan si no pueden emplearse en
el paciente los inhibidores de la bomba de protones y lo que hacen es bloquear la
histamina ya que esta sustancia desencadena la producción de ácido.

Ya sabéis un poco más sobre esta bacteria y las señales que os ayudarán a saber detectarla. Es
tan importante hacerse las pruebas para su detección como repetirlas unas cuatro semanas
después del tratamiento para asegurarse de que se haya erradicado la infección, ya que si no
se ha conseguido eliminar es posible que el médico tenga que pautar otro tratamiento
adicional con otro tipo de antibióticos.

Como igual de importante será la visita al dietista-nutricionista antes de hacer modificaciones
sin la suficiente información que puedan derivar en un desequilibrio en la alimentación. El/la
nutricionista se encargará de pautaros la dieta indicada e individualizada para mitigar las
molestias que haya causado la bacteria así como para reconducir el equilibrio estomacal y el
correcto funcionamiento de la microbiota, sobre todo después de la toma prolongada de
antibióticos.

Referencias:

  1. C. Stewart Goodwin, Michael M.Mendeli, Timothy C. Nurthfield. Helicobacter pylori
    Infection. The Lancet.1997;349:265-69.
  2. Felipe Cava, Guillermo Covas. Dos décadas de Helicobacter pylori. SciELO.
    Vaccimonitor v12 nº1. Ciudad de la Habana. 2003.
  3. Espino E. Alberto. Infección por Helicobacter pylori. Gastroenterol. Latinam;21(2):323-
    327-abril-junio 2010.
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